viernes, 6 de mayo de 2011

Miradas revisitadas

En la década de los '60s, Ronald Shakespear recorrió el mundo cámara de fotos a cuesta, retratando a personalidades diversas (famosas y anónimas) que vieron la luz en un libro llamado "Caras y Caritas" (hoy agotado). Afortunadamente, el Maestro ha decidido reeditarlo este año bajo el título "Revisitando los Sesenta" y he tenido el honor de ser uno de los prologuistas invitados.
Aquí un anticipo con los 5 prólogos, junto a algunos textos e imágenes del libro para ustedes:
Nuevo libro de Ronald Shakespear: "Revisitando los Sesenta"
Introducciones de Leslie Wolke, Jorge Frascara, Pancho Dondo, Marcelo Ghio y Edouard Golbin.



Jorge Luis Borges en la Biblioteca Nacional / 1967
Los retratos de Shakespear "Los grandes artistas ignoran los límites tradicionales de la empresa creativa. No se rinden ante el canon exclusivo edificado durante generaciones por quienes los precedieron. En lugar de ello, siguen a su musa, con frecuencia pasando de un medio a otro para descubrir y declarar su visión a través de una cambiante paleta de herramientas artísticas.
Cuando un artista salta el abismo que separa a una clase de expresión artística de otra, se revela la esencia del artista. El mirar dos obras de la misma persona en dos medios distintos nos permite eliminar los elementos formales de cada obra-objeto y encontrar los hilos que las conectan entre sí y con su creador.



Hoy conocemos a Ronald Shakespear como un diseñador con una extensa cartera de celebrados proyectos de identidad gráfica y ambiental. Pero en la década de 1960, una de sus principales formas de expresión visual era el retrato, cuando utilizaba la fotografía en blanco y negro para capturar a amigos y celebridades en momentos de intimidad. En su próximo libro, Retratos de los Sesenta, comparte esas fotografías una vez más — y hoy, con el beneficio del tiempo y la amplitud de su carrera como diseñador, podemos apreciar los hilos que unen a esas fotos con el resto de la obra de Shakespear.
Como sus logos más exitosos, esos retratos son gestos simples, pero icónicos en su capacidad de comunicar mucho dentro de un formato modesto. Su retrato de Jorge Luis Borges es un esbozo del poeta-filósofo en la formal elegancia de su oficina en la Biblioteca Nacional Argentina — un estudio afectuoso y fiel de esta figura pública.
Espero con ansias poder recorrer las páginas de Retratos de los Sesenta para adivinar más del lenguaje visual esencial de Shakespear, y para conocer a quienes eligió reflejar en sus líricos retratos".
Leslie Wolke / Austin,Texas,2011


En 1965 el editor Jorge Álvarez me propuso hacer un libro de fotos. Con esa excusa, un año después me fui a la vieja Biblioteca Nacional de México 564 a ver a su entonces director, Jorge Luis Borges. El modo en que me recibió, el rato que pasé con él y las fotos que le tomé fueron uno de esos regalos que te da la vida.
El citado libro se publicó poco después y se llamó 
Caras y Caritas. La tapa fue diseñada por Rubén Fontana.





Rodolfo Walsh 1963

La vida, en toda su intensidad
"El primer día de clase un amigo mío que enseñaba fotografía mostraba a los estudiantes una foto de un gato y les preguntaba: “¿Qué es?” Todos respondían, un poco sorprendidos, “Un gato!” A lo que él siempre contestaba: “No. Es la foto de un gato.”
Las fotos de Ronald son, antes que nada, fotos. Son fotos de la luz que cae sobre las cosas y que, de alguna manera, las descubre (y las cubre); directas, robustas, salvajes, más sombra que luz. Los personajes vienen después.
Todas son un autorretrato, un retrato de la intensidad como tema fotográfico. De nuevo, puro Ronald: así es su conversación. Así es su lenguaje. Así son sus señales. Frontales, directas, sin vueltas ¿Por qué debería ser diferente su fotografía?
¿De donde surge? No pertenece a la ilustre tradición de la fotografía misma. ¿Avedon? Lo admira, pero no lo imita. ¿Cartier Bresson? La manera de enfrentar el sujeto sí, pero la forma de visualizarlo, no. ¿Robert Capa? ¿El fluir de los momentos, la intensidad cruda de sus fotos movidas de la invasión de Normandía?... Tal vez la imagen de Ronald viene más del cine: ¿Bergman? (Otro amante del medio que usaba), ¿o el mismo Orson Welles de su foto, con su lenguaje de contrapicadas y sus tonos contrastados?
Decidido a hacer bien lo que hacía (como siempre), Ronald se compró una Hasselblad. Era la época en que nos encantaba la calidad de superficie de los grises y los negros. El único laboratorio accesible capaz de hacer algo bueno en aquel momento, revelando los rollos con revelador de grano fino, era “Ellinger,” en Viamonte y Maipú, donde unos alemanes minuciosos hacían maravillas con películas de 35 mm. A uno se le hacía agua la boca con el formato 6x6. Monumental. La Hasselblad era el pasaporte a la foto profesional. Ni qué hablar cuando en 1969 fue a la Luna. Seguro que se vendieron muchas Hasselblad. Pero no aparecieron muchos Ronald Shakespear. Ronald, sin embargo, sacó muchas de sus fotos con una histórica Leica F3 –aquella de los espías– con la lente retráctil que permitía llevarla en el bolsillo de la chaqueta.
También hay que pensar en los personajes que elegía para sus fotos: las fotos son fuertes, pero los personajes también. Era un momento heroico esos años ’60. No sé qué había en el ambiente ¿tal vez nuestra juventud? Pero nó, había algo más, algo que impulsaba a la gente en el mundo occidental a romper barreras, a hablar claro, a inventar la propia vida. Un poco como fueron los años ’20: y no como los ’30, ni los ’40, ni los ’50. Los ’60 fueron años de salir a explorar los límites de lo posible. Es en ese contexto explosivo del Pop, de los Hippies de San Francisco, de la moda de Mary Quant, de Carnaby Street, de La Menesunda, del Instituto Di Tella, que sale Ronald con su cámara a documentar el momento fugaz. Sus modelos no posan, pasan. Ni siquiera parecen notar la presencia del fotógrafo, que está ahí, con ojo caravaggiesco esperando el momento mágico en que la luz, la sombra y el personaje confluyan para potenciar la imagen.
Eso es lo que tememos el privilegio de ver hoy, de nuevo, gracias a esta nueva edición de Caras y Caritas: la vida, en toda su intensidad".
Jorge Frascara / Padua, Enero 2011





Orson Welles en la Plaza de toros de Madrid / 1964
"El talento narrativo es una constante en la obra de Ronald Shakespear.
No me refiero exclusivamente a su faceta más conocida, la de diseñador, sino a la profunda obra de su propia vida. Contar historias ha sido -es- un medio y un fin para construir un poderoso vínculo con las personas que tenemos la dicha de conocerlo.
Como un auténtico hombre renacentista -nacido por los caprichos de la historia en el siglo XX- no le son ajenas las artes y las ciencias. Juega con el todo conciente de que el proyecto más importante, es seguir haciendo cada día aquello que ama. Un militante de la vida y sus circunstancias, a la vez que un observador agudo de la naturaleza humana.
Fellini dijo alguna vez “Sólo existes por lo que haces. Mi trabajo es mi única relación con el todo.” Intuyo que Ronald ha sido el inspirador del gran Federico para estas palabras. O debió haberlo sido.
“Revisitando los Sesenta” está inundado de una presencia poética y a la vez terrenal que se expresa en cada retrato. La mirada de Ronald es una lente que abarca la totalidad de los sentidos y nos permite compartir ese universo íntimo y personal no sólo desde lo que se ve, sino también desde aquello que está más allá de nuestros ojos".
Marcelo Ghio / Lima, Perú 2011


Un día, en 1964, me tomé un avión, volé a España y fui a ver a Orson Welles, que vivía cerquita de Juan Perón en Puerta de Hierro. Toqué a su puerta, sin cita ni nada, y me sorprendió que él mismo me abriera. Que no le importara que yo llegara así, sin más”.
Allí estaba. 
El gran Orson, lavando un viejo Buick (que nunca manejaba). Yo no tenía una cita previa, pero no le importó. “Nunca pidas permiso −me dijo−. Nunca”.
Eso fijó para siempre mi idolatría por él. Me invitó a la Plaza de Toros de Madrid, pasé una tarde hermosa y tomé unas fotos que aún me encantan.
Pasamos una tarde en inolvidable viendo al Curro Girón desde la contra barrera.
Luego fuimos a la carnicería de la Plaza y estaban carneado al toro de Girón, quien le regaló las orejas a 
Orson.
Todo aquello que el fotografiado hace frente al fotógrafo −la simulación, el mejor perfil− es también parte del retrato”, dice Richard Avedon.
En su momento, las fotos se publicaron en la desaparecida revista Atlántida, de esa editorial. Pero eso fue lo de menos: la experiencia con Orson confirmó mi admiración para siempre. Cuando llegue a la isla del naufragio, sólo llevaré 
Citizen Kane. Orson fue el más grande de todos. 






La modelo niña Patricia y Dominic Miller guitarrista de Sting,Pavarotti etc.
Revisitando los Sesenta (ex Caras y Caritas)
"La invitación, inesperada y deliciosa, resultaba un honor inmenso. En la Argentina, decir Shakespear (así, sin la esperable e final) es decir diseño. Él mismo se define con una frase de Alan Fletcher: “El diseño no es necesario. Es inevitable”. Consecuente con esa afirmación, desde su estudio fundado hace más de medio siglo Ronald viene dándoles forma, en Buenos Aires (que no es su ciudad, ya que él es rosarino y leproso), a elementos visuales tan dispares y omnipresentes como la señalización de la nomenclatura (los carteles de las calles, bah), las paradas del transporte urbano y la señalética del subte, además de la identidad visual de marcas como Tren de la Costa, Autopistas del Sol, Alto Palermo o Temaikén.
Pero aquí no se expone el diseñador, sino el artista. Pocos días después de aquel convite me llegaron dos DVDs cuyo contenido recorrí extasiado una y otra vez, varias veces. Orson Welles rodeado de humo, en un contrapicado cinematográfico que tal vez busca al ciudadano Kane. El mocasín de un sonriente Leonardo Favio en primer plano. La mano de Jorge Luis Borges descansando sobre un globo terráqueo de la vieja Biblioteca Nacional, como queriendo domar a ese mundillo literario que jamás le concedió el Nobel. La silueta presagiante por borrosa de Oscar Bonavena, de saco y corbata y con gesto de campeón. Una banqueta sosteniendo en un rincón al derrocado presidente Arturo Frondizi. El reposo armónico de cuatro manos quincuagenarias, las de Alberto Ginastera y Manucho Mujica Láinez, una de ellas sosteniendo un cigarrillo. La mirada oculta de Irineo Leguisamo, cruzada en un diálogo incomprensible con la de uno de los miles de caballos que corrió. Los dientes, sobresalientes como teclas, de un Mono Villegas recostado sobre el piano. Una silueta negra, con aspecto de libreta cívica, oculta en el bolsillo de una camisa arremangada como con apuro por Atahualpa Yupanqui. Los dientes apretados, de sonrisa tensa, de Rodolfo Walsh. El torso desnudo de un Ronald Shakespear de 26 años, desenfocado detrás de su esposa Elena Peyron.
La lista sigue, los ejemplos podrían ser muchísimos más. Pero prefiero detenerme en lo que me transmiten —soy subjetivo y egoísta en este detalle— esos significantes mínimos que destaqué en bastardilla. Roland Barthes llamaba punctum a ese componente de la fotografía que, por un lado, es casual, depende del azar; por otro, establece un ritmo interno, una puntuación, en la imagen; y sobre todo, "sale de la escena como una flecha y viene a punzarme". El mismo semiólogo francés distinguía en su análisis la coexistencia de punctums visuales (manos, dientes, banquetas, desenfoques, contrapicados) y conceptuales (domas, diálogos, apuros, tensiones), acentuando la subjetividad de su postulado.
Revisitar los 60 —los años sesenta, los sesenta retratos— es y puede ser tema de este y de muchos otros libros. Pero a Ronald Shakespear no le hace falta: en uno solo, este libro es todos los libros posibles. La combinación impredecible de punctums —subjetivos y egoístas— hará de Revisitando los Sesenta una obra camaleónica: los de arriba son mis punctums, mis significantes mínimos. Pero no los suyos, querido lector: esos tendrá que descubrirlos".
Pancho Dondo / Buenos Aires,2011



El niño con casco de bombero es Dominic Miller, el guitarrista deStingDominic, nacido en Buenos Aires, es hoy un gran músico reconocido en todo el mundo. (Nota de la Redacción: Miller nació en 1960 y vivió en Buenos Aires hasta sus 10 años de edad. Al dejar la Argentina, su familia pasó un tiempo en Boston −donde el pequeño Dominic se formó en el Berklee College of Music− y luego se instaló en Londres, donde el futuro músico continuó sus estudios en la London’s Guildhall School of Music. En su carrera solista editó seis discos; como músico sesionista, ha tocado, entre otros, no sólo de Sting, sino también con Bryan AdamsPhil CollinsSheryl CrowPlacido DomingoDonovanPeter GabrielPat MethenyLuciano Pavarotti,Rod Stewart y Paul Young). La niña era una adorable modelo con ropa diseñada por Delia Cancela y Pablo Mesejean. Con Pablo trabajamos hace casi medio siglo en Agens, la empresa del grupo Siam Di Tella.





"Ronald Shakespear ha logrado lo que muy pocos elegidos logran realizar , una obra de arte total , su propia existencia. Como él diria, corramos un compasivo velo sobre el tiempo de nuestra amistad ... y en ese largo lapso de tiempo , no le recuerdo en  ningun momento de descanso , en ninguna pausa en su actividad creativa multifacética que dejara de embellecer lo que lo nos rodea , agregando color a los grises existentes. Y esto incluye a su arte fotografico uno de sus multiples talentos, en el que un blanco y negro da a sus emotivas imagenes la importancia de ser hoy un precioso documento de su mundo y del nuestro". Edouard Golbin / París 2011

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